En el año 2009, Oscar Araiz fue invitado por Mauricio Wainrot para
que montara una obra nueva con el Ballet del San Martín, que Wainrot
por entonces dirigía. Araiz decidió que esta obra nueva estuviera hecha con
fragmentos de obras anteriores, citas de su ya amplio y rico repertorio. Su título
fue Escrito en el aire, con el que luego nombraría también a este libro. La alusión
es poéticamente clara: algo que se escribe en el aire no deja huellas; la danza
tampoco parece dejar huellas, existe solo mientras se la ve, en ese momento
único en que está viva. Escrito en el aire, bajo la forma sólida de un libro que
habla de cosas fugaces, tiene el esquivo aroma de los recuerdos, pero también la
contundencia de la experiencia vivida.
Laura Falcoff