LLEGÓ

LA FIESTA
NACIONAL

DEL TEATRO

26 • diciembre • 2022

📌 Buenos Aires

Víctor Hernando: “Nosotros no tenemos un cuerpo… somos cuerpo”

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Semanas atrás, Editorial INTeatro publicó "Mimo dinámico. Dimensiones dramatúrgicas de la acción", el libro de Víctor Hernando con quien decidimos hablar para conocer más de esta propuesta literaria.

Víctor Hernando se formó con Alberto Sava, Escobar y Lerchundi y Ángel Elizondo. Dictó la cátedra Movimiento Expresivo en el Collegium Musicum de Buenos Aires; Formación Corporal en la Escuela de Mimo Contemporáneo y, actualmente, dicta el Seminario Dimensiones Dramatúrgicas de la Acción. Coordina el Área de Investigaciones en Mimo del Instituto de Artes del Espectáculo, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Es profesor de Educación Física por el Instituto Romero Brest; licenciado en Gestión Educativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y posgrado en Actividad Física para la Salud por el Centro Universitario del Hospital Italiano. Edita desde 1979 la revista Movimimo. Fue presidente de la Asociación Argentina de Mimo e integrante del primer jurado calificador de proyectos del Instituto Nacional del Teatro. Miembro del comité organizador de varios Festivales Latinoamericanos y Nacionales de Mimo. Dirige, desde 2014, la Bienal Movimimo y desde 2021 el Festival Internacional Movimimo en Video. “Mimo dinámico. Dimensiones dramatúrgicas de la acción” forma parte de la colección Estudios Teatrales y ya se encuentra disponible para lectura on line y descarga directa desde la web de la editorial del Instituto Nacional del Teatro.

-¿Cuáles son los objetivos que perseguís como autor e investigador con la publicación de Mimo Dinámico?
-En principio, tengo que decir que no me considero un investigador. Solo soy un mimo que piensa sobre su práctica. Por eso, podría decir que mi decisión de escribir este libro tuvo dos motivaciones: una, tratar de actualizar y ampliar el panorama histórico que había escrito para el libro Mimografías de 1996. La segunda, comunicar mi visión del mimo a través de las características del proceso de construcción dramatúrgica que utilizo en un teatro que no se basa en la presentación de un texto dicho.

-Las artes escénicas, y más específicamente el teatro, se ha interseccionado con otras prácticas y disciplinas (artes visuales, danza, arquitectura, tecnología, etc.) pero sin embargo, el mimo siendo quizás una de las expresiones más arcaicas no es tan tenido en cuenta. ¿Qué te parece que podría aportarle el arte del mimo en su especificidad al lenguaje del teatro?
-Lo que es arcaico no es el mimo, sino la expresión corporal humana en sí misma. El mimo es un arte relativamente moderno, en su versión actual tiene poco más de cien años de antigüedad. Por otra parte, los mimos a los que les cuesta “interseccionarse”, como vos decís, son los que se refugian en la estética ilusionista de Marcel Marceau. Y, en alguna medida, también algunos mimos provenientes de la mal entendida corriente del “mimo puro” de Etienne Decroux. Lo mal entienden porque creen que Decroux proscribía la palabra dicha en el mimo en forma radical y definitiva. Algo que está bastante alejado de los objetivos del inventor del Mimo Corpóreo. En resumen, creo que el mimo se ha abierto a diferentes estéticas y poéticas que trascienden las propuestas canónicas de Decroux y Marceau. Sin embargo, muchas de esas búsquedas y realizaciones se han disfrazado o escondido detrás de otros nombres: teatro corporal, teatro físico… por ejemplo. Se trata de despegarse a toda costa del estigma que representa la palabra “mimo” y, aún más, la palabra “pantomima”. Me gusta decir que el mimo es teatro, en su mínima y en su máxima expresión. Pero entiendo el planteo, porque desde hace mucho tiempo hay una creencia arraigada de que el mimo puede ser una excelente herramienta para entrenar la corporalidad del actor. Esto podía ser cierto en una época en el que la actuación estaba muy focalizada en el texto y las formas de decir. De todos modos, es bueno darse cuenta que este prejuicio es el mismo que se ha establecido en distintos campos entre arte mayor y arte menor.

-En el comienzo del libro hacés una síntesis histórica del Mimo Moderno/Contemporáneo a comienzos y mitad del siglo XX que es un momento bisagra de la historia universal con sus guerras y horrores. ¿Cómo metaboliza la poética del mimo esos sucesos históricos? ¿Cómo resuenan dentro de la propia práctica?
-El mimo, como la danza, la pintura o cualquier otro arte, no puede metabolizar nada. Los únicos que pueden resonar o no con sus contextos históricos son los propios creadores. Hay muchos ejemplos de mimas/os y directoras/es de mimo que han llevado a escena temas de la realidad social y política: el grupo Uraj Huyá en Jujuy; Mauricio Semelman en Tucumán; Laura Giménez en Córdoba; Carlos Goofer Cardozo en Mendoza; Melina Forte en Buenos Aires; el grupo Barracruda –ahora Grupo de Mimo Adentro y Afuera- del Frente de Artistas del Borda; la Compañía Argentina de Mimo de Ángel Elizondo y, por supuesto, las presentaciones de Alberto Sava con la Escuela de Mimo Contemporáneo primero y  la Compañía de Teatro Participativo después, entre otros grupos y solistas. En mi caso, en estos últimos años me ha interesado explorar en los mitos, ritos y leyendas de los pueblos originarios, en busca de su visión sobre la conexión con la tierra que habitamos, con la intención de valorar esa sabiduría ancestral y neutralizar un poco nuestra relación distante y destructiva con nuestro planeta. El compromiso político intento ejercerlo como ciudadano y tratando de aprender a leer la realidad más allá de como la pintan los medios que representan al poder real. Tratando de hacer pensar a mis estudiantes de que no existe el periodismo objetivo, que todo se cuenta desde -por lo menos- una subjetividad y en relación a los intereses personales o de grupo que cada medio representa.

-En estos años, el cuerpo se convirtió en el centro de los discursos y de las tramas políticas del poder que buscan controlarlo y disciplinarlo para su función productiva. ¿Puede un arte que piensa un cuerpo libre, autónomo, con un lenguaje propio favorecer a la desterritorialización de este mismo cuerpo para liberarlo de la opresión a la que se encuentra sometido? ¿Cuáles son las implicancias políticas del arte del mimo?
-Como escribo en alguna parte del libro, a propósito de los que hablan del cuerpo como “instrumento”, nosotros no tenemos un cuerpo… somos cuerpo. Es ridículo hablar de un cuerpo libre. Es la persona la que es libre o sojuzgada. A los esclavos se les ponían grilletes que unían sus tobillos con cadenas. A Juan Moreira lo metieron en un cepo por diez días para doblegarlo. Los “tratamientos” de los internados en los “manicomios” pueden equipararse en muchos casos a los protocolos de detención, tortura y desaparición de personas. Precisamente, porque somos cuerpo, la tortura física es una de las maneras más eficaces de doblegar y someter a una persona. El mimo, el teatro y el arte en general pueden contribuir a que tomemos conciencia de estos abusos y también de las sofisticadas manipulaciones del mercado laboral y de consumo. Pero no es suficiente, la resistencia hay que darla en todos los frentes, y eso solo será posible si las escuelas se ocupan de profundizar en el pensamiento crítico de los estudiantes… Yo te diría -aunque suene raro- desde el jardín de infantes. Porque desarrollar el pensamiento crítico de nuestros niños y jóvenes no tiene nada que ver con adoctrinamiento, como nos quieren hacer creer los “periodistas” serios y objetivos.

“Mimo dinámico. Dimensiones dramatúrgicas de la acción” se encuentra disponible para lectura on line y descarga directa desde la web de Editorial INTeatro.

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