El nombre de Alberto Catena ya está -nadie puede dudarlo- inscripto con letras de molde en la historia de la cultura argentina. Es uno de los mejores críticos teatrales de nuestro país. Este libro titulado La crítica teatral en los medios gráficos argentinos. 1960-2002. El discreto crepúsculo de un género periodístico, de 636 páginas, editado por el Instituto Nacional del Teatro, brinda el más fiel testimonio de lo que sostenemos. Su investigación llevada a cabo durante años alcanza niveles de incuestionable excelencia.
Este libro es la historia de varias soledades o, quizás, una historia sobre la soledad. Caminos que se cruzan, realidades disímiles, desencuentros que hallan su cita en ese espacio del alma donde todos somos, irremediablemente, perdedores, desvalidos y desprotegidos por las grandes empresas periodísticas. Catena nos entrega una obra donde es posible también encontrar la soledad, la incomunicación y hasta el despojamiento personal del que es capaz un ser humano. Esos temas son la levadura que fermenta la reverberación de un texto necesario.
El material juega permanentemente con cierto humor y mucho dolor como punta de un ovillo casi interminable. El diálogo que establece el autor con sus entrevistados es asimismo la vital, seca, amarga y certera crónica de una realidad que lamentablemente nos rodea. El cuadro que plantea Catena es una pústula abierta y le permite ir construyendo su historia, llena de matices y verdades en las que nadie sale indemne. El autor se mantiene a una distancia acompasada de los hechos que va narrando. Y esa combinación (dolor, distancia, respeto por las declaraciones de sus entrevistados) es la que termina generando en el lector un impacto emocional, por momentos mucho mayor que el contenido que se nos cuenta. Así, muestra un fresco de la crítica teatral argentina con claroscuros bien definidos. Se puede suponer que el tiempo ha influido sobre el quehacer. Que todos y todas necesitan aire, espacio. Un lugar para trabajar, un ámbito donde seguir contando historias.
Pero acaso no sea eso. Las historias reflejadas en este libro, la historia de nuestros colegas, tienen ganas de seguir siendo contadas y no tienen espacio. Catena es lo suficientemente sabio y respetuoso como para saber que su única opción es rescatar un período claro de cada uno de los retratados. El resultado es magnífico. Desde los pliegues de la vida misma, su libro invita a zambullirse en el rico y variado paisaje de la crítica teatral argentina.