La obra de Martín Marcou, que forma parte de la colección El país teatral de la editorial del Instituto Nacional del Teatro, fue estrenada en cinco versiones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2016); Lago Puelo, Chubut (2018); Tandil, Provincia de Buenos Aires (2022); Mendoza (2023); y Río Gallegos, Santa Cruz (2024). Además del texto de la obra, este volumen de Editorial INTeatro incluye el prólogo “Mi razón no pide piedad… se dispone a partir” escrito por la Doctora en Historia y Teoría de las Artes por la Universidad de Buenos Aires y Profesora en Enseñanza Media y Superior en Letras, Yanina Andrea Leonardi, una nota del autor y un glosario de términos gauchescos utilizados en la pieza.
-En tu biografía lo primero que aparece es que naciste en un pueblo de la Patagonia Austral y en este texto eso está impregnado de forma muy clara, parecería que manejas ese universo y el lenguaje que lo compone. ¿Cuánto de biográfico hay en ‘Hijo del campo’?
-El texto propone un cruce entre la ficción y lo documental. Me crié en un pueblo muy pequeño de Santa Cruz. A 40 kilómetros de ese pueblo está la estancia de mi familia. Pasé toda mi infancia y adolescencia entre ese pueblo y el campo. En estos últimos años mis textos exploran la ruralidad; cuento historias que, mayoritariamente, ocurren en pequeños pueblos de la Patagonia Austral o en zonas rurales. Trabajo esos escenarios como disparadores para pensar funcionamientos del lenguaje y abordar temáticas que me interesan, como los ejercicios de poder del patriarcado en estos contextos, la circulación del deseo a partir de los dispositivos de sexualidad disponible en la ruralidad o la construcción de la idea de lo que debe ser un varón en paisajes lejanos que se ubican por fuera de las grandes ciudades, entre otros temas. Los escenarios rurales me proponen una búsqueda; me ayudan a diseñar un modo de contactarme con la escritura. Desafían mis propias percepciones sobre lo que es el teatro.
-En la tradición argentina, “civilización o barbarie”, es el dilema identitario nacional. En la obra se describen hechos terribles a manos de los habitantes del lugar. ¿Tuviste en cuenta esta genealogía político/literaria en el momento de la concepción del texto?
-Sí, de hecho, uno de los disparadores del texto fue la literatura gauchesca, y también la literatura gaucha que surge en la época de la Colonia y es literatura popular de tradición oral. Me interesó, a partir de mi propia experiencia en el campo, la pregunta del gaucho como encarnación del ser nacional, esa relación que se da entre la idea de virilidad y nación. Me apareció a la hora de escribir el dolor de Martín Fierro por la muerte de Cruz, ese componente homoerótico que se da en la amistad entre gauchos. También releí el ‘Facundo’ de Sarmiento y ‘El Matadero’ de Echeverría, donde hay una escena de violencia sexual explícita contra un varón de parte de otros varones que lo crucifican boca abajo sobre una mesa. Esas lecturas cruzadas con mis propias vivencias fueron armando imágenes de un imaginario sensorial, una afección sensible que desembocó en un entramado de recuerdos, los cuales atravesé con la ficción. Otro disparador para escribir la obra fue una nota del año 2006 que salió en Revista 23 a partir del estreno de la película ‘Secreto en la Montaña’ de Ang Lee; la nota se titulaba ‘Los gauchos gays. (Cayó el último mito del machismo nacional)’ y abordaba la homosexualidad en el mundo rural como tabú. La obra lleva 10 temporadas en cartel, por lo cual, a medida que fueron pasando los años, sumé nuevas lecturas vinculadas con la construcción y representación del gaucho en Argentina y Latinoamérica.
-¿Crees que la publicación de un texto dramático de estas características permite un acercamiento a la potencia literaria y al uso particular del lenguaje que desplegás en él?
-La publicación de un texto dramático siempre es bienvenida, y se agradece, porque amplifica la singularidad que abre tu propio lenguaje. Ayuda a añadir más reflexiones sobre el texto, que se suman a las que ya intentamos desplegar los dramaturgos y dramaturgas a través de nuestros imaginarios. En lo personal, me interesa la escritura como investigación, ahondar en la potencia de la fantasía y la imaginación, pero entendiendo que siempre la escritura está atravesada por decisiones conceptuales que producen determinados resultados estéticos. Para mí, escribir es un acto político; en ese sentido me interesa pensar cómo evoluciona mi propia escritura a través de los años y los distintos contextos que nos toca atravesar. Me interesan los hallazgos en la práctica de la escritura, abrazar problemas que tensionen lo que hago, pensar nuevas preguntas en torno a la escritura, sobre el funcionamiento de las escenas o sobre el modo de hacer teatro en la contemporaneidad.
“Hijo del Campo” de Martín Marcou ya está disponible en formato digital para lectura on line y descarga directa.