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LA FIESTA
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DEL TEATRO

12 • julio • 2022

📌 Argentina

Marcelo Estebecorena: “Si la perfo no está atravesada por lo político o por lo disruptivo, no me interesa habitarla”

Entrevista realizada para el Cuaderno Picadero N°40 del Instituto Nacional del Teatro.

Marcelo Estebecorena retrato I

Nació en Buenos Aires en 1976, pero a los tres años su familia se mudó a Paraná. Su formación no es académica, es un artista de la práctica., Ssu campo de ensayo y práctica se vincula con las artes visuales, la plástica, la performance, la fotografía, las escénicas y la poesía. Participó en más de 60 obras, performances y acciones callejeras. Actualmente vive en Buenos Aires, donde expuso y performateó en Munar, Pasto Galería, Galería Sendros, Centro Cultural del Borda y en Avenida Corrientes. 

-Antes de cada performance, ¿cuáles son los primeros signos que tenés en cuenta para deformar?

-Lo primero que me empieza a invadir un poco es de qué manera yo voy a “ranchear” ese espacio. Cómo voy a invadir o cómo voy a dejar una marca, ya sea desde la perfo o desde la mugre que vaya a provocar. Dejar una seña de que algo sucedió. Me interesa esta cosa del rancherío. Están todes les pibes ahí haciendo bardo o lo que sea. Me interesa esa energía. Me pasa que hace un tiempo que quiero habitar los márgenes con los lugares que no están aceptados por el arte, o cómo hay que hacer, todas esas fórmulas que existen. En ese aspecto me pasa algo como si tuviese una especie de odio por lo institucional o lo académico o por las cosas que hay que hacer bien. Me hincha las pelotas la pose del arte, del artista. El nombre me hace ruido, me da vergüenza un poco lo que representa ser artista. Está muy sobrevaluado en Buenos Aires, y un poco siento que al arte le falta eso, mugre y barro.

-Últimamente las performances queer, o las expresiones más disruptivas y experimentales, suelen acontecer en espacios institucionales, museos, etc. ¿Cómo evitás la captura?

-En realidad, no la evito porque es mi trabajo; si me pagan, voy. Creo que es interesante que artistas queer o disidentes ocupen esos espacios, por más de que de alguna manera para mí ciertos espacios hacen una apropiación. El Estado no es productor de arte, lo que hace es chupar. De alguna manera, si el punto de ebullición está puesto en la disidencia y en las artes queer, es porque también  ese gesto se está produciendo.

-¿Hay que intentar entrar a esos espacios o intentar fugar?

-Lo interesante de las expresiones de lo queer es que ponen en evaluación el teatro normativo, o la heteronorma del teatro. Por ejemplo, se cuestiona cuál es el método de producción heterosexual en el teatro: se obedece al director, se hace un lineamiento, cómo se van a suceder las acciones, aparecen las estructuras que son las que hemos intentado zafar en el arte. El Odín teatro, con Eugenio Barba, instituyó el laboratorio teatral: el laboratorio se hace así, es como una especie de McDonald’s del teatro. Otras prácticas hacen que se pongan en cuestionamiento los laboratorios,  las búsquedas. También por supuesto está la perfo de los chetos, que se juntan a aullar, a hacer les perrites o alguna de las pavadas esas que se hacen en el nombre de la performance. Para mí es muy importante entender que los artistas que empezaron con la perfo trabajaban con su cuerpo porque no tenían otros materiales, no tenían ni lugares. Si la perfo no está atravesada por lo político o por lo disruptivo, no me interesa habitarla.

-El otro día me comentabas que no volverías a trabajar con  heterosexuales. ¿Por qué?

-Me parece que este es momento para que las alianzas se generen desde las disidencias, llamémosle homosexuales, putos, tortas, travas, pero que tenga esa carga. Hay muchos artistas heterosexuales que tienen que hacer un trabajo que está por fuera del nuestro, no es la disidencia lo que tienen que ir a trabajar con heteros. Son ellos los que tienen que venir a trabajar con nosotros, pero se tienen que deconstruir, si no es medio difícil trabajar. Si entramos de nuevo en esta pirámide: “Yo soy el director o quiero que se respete mi texto”… ¡Y no, chupamela! Siempre pongo el mismo ejemplo. En  el teatro oficial, antes de la pandemia la obra que más se vio en Buenos Aires fue la adaptación de Hamlet de Vilo y Szuchmacher  en el San Martín. La obra más vista del teatro oficial es la historia de un chongo, heterosexual, con su problemita  existencial de 400 años. Me refiero a que la forma de construir esa obra sigue siendo vieja y heterosexual, no tiene ningún proceso de deconstrucción. Me estás mostrando lo mismo, no es joda.

-¿Qué lugar ocupa el concepto de belleza en tu trabajo?

-Considero que mi obra también es muy bella. E intento que esa belleza no entre dentro de los parámetros instalados. Un poco me cago de la risa. También puedoo ser fina, es una especie de burla, yo me burlo de mí y del recinto del arte. Me interesa ir a bardear los espacios, pero no para que me echen y no me quieran llamar nunca más. Mi obra bardea síi, pero escupe poema.

Mi obra pretende materializar formas de vidas oprimidas, esas formas que se hicieron en los márgenes de la normativa. Mi obra busca asegurarse su propio espacio; entiendo el espacio como un modo de presentación, acá vengo yo y acá he de quedarme. Busco desdibujar los lugares donde expongo, intentando cartografiar lo institucional y lo formal, de la misma manera que lo hago en mi vida cotidiana. Lo que toco lo hago performance, desde mi forma de caminar hasta mi forma de pintar, es mi estado de sensibilidad siempre expuesto y visceral. No hago obra, la obra me hace, devengo artefacto que me permita ingresar al mundo, me hago un mundo donde soy reina y señora. La perfo, la pintura, lo instalativo y la poesía conviven democráticamente. La democracia, bien sabemos, no es un pensamiento único sino rico en sus diferencias. Y en la diferencia está mi obra y yo.

-¿Te parece que la perfo o estas experiencias escénicas  queer/disidentes son el horizonte de lo teatral?

-Me encantaría pensar que sí, o sea, creo que en ese caso sobre todo con el movimiento feminista sigue habiendo una deuda, porque hasta en los grupos disidentes la mayoría sigue siendo hombres, por más que sean putos. Se habla de teatro marika pero no se habla de teatro torta o travesti. Hay una teatralidad y un margen que se fortaleció en los márgenes. Esa fortaleza sigue sin ser respetada; es tomada, participa de festivales, pero mientras permanece en el margen. La mayoría del arte que existe en el conurbano o en el resto de las provincias está invisibilizado.

-¿El campo actual del teatro logró incorporar algunos elementos disidentes o lo ves exactamente igual de hetero?

-Creo que en eso todavía hay un atraso. Ahora me dan ganas de hacer una versión de Medea travesti, abortera y me resulta muy difícil querer hacer eso, al mismo tiempo pienso cómo destruimos esa especie de mitos teatrales. Igual, también digo ciertas cosas de resentido que soy; pero hago, de ese resentimiento, poesía. Digo siempre, por ejemplo, que en el teatro oficial  son siempre las mismas personas las que son convocadas para hacer tal cosa, desde hace veinte o treinta años. Agarrá una lista de los directores y actores y siempre son los mismos… es raro. Es muy difícil que vaya a cambiar o modificarse algo si siempre están las mismas personas ocupando los lugares de poder. Es necesario escuchar a les otres, producir con otres, bailar con otres. A esta cultura o la pensamos colectivamente o se va a quedar sentada en alguna butaca de la Mmartíin Ccoronado. 

-Vos estuviste en Fuerzas Silvestres con Silvio Lang en el Cervantes. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Fue una experiencia rara. El laboratorio estuvo buenísimo, pero el maltrato en el teatro Cervantes fue zarpado. Violencia institucional. Entiendo que estábamos en teta, en culo, medio que nos culeábamos, accionando contra el macrismo en pleno 2018 y fue entonces cuando nos encontrábamos de cara a una cultura enceguecida y mafiosa.   Nunca terminamos de entender por qué lo habían invitado a Silvio para que hiciera un casting; él lógicamente iba a convocar a las más “mostras” que se le aparecieran. Eso fue rarísimo. Había gente del teatro puteándonos, echándonos. No estuvo bueno en ese aspecto. Pero de ese laboratorio se conformó un grupo de trabajo, un grupo de acción y de investigación performáatica y en el seno del teatro oficial. Princesas del asfalto fueron en ese momento un acto político.

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