LLEGÓ

LA FIESTA
NACIONAL

DEL TEATRO

13 • marzo • 2023

📌 Jujuy

Iván Santos Vega: “Llevamos la memoria en la piel”

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La obra "El hombre cóndor" de Iván Santos Vega se sumó a la colección El País Teatral de la Editorial del Instituto Nacional del Teatro. Hablamos con el dramaturgo a propósito de este lanzamiento.

La obra que participó de la Fiesta Nacional del Teatro 2021 en Santa Rosa, La Pampa, acaba de ser publicada por la editorial del Instituto Nacional del Teatro y ya se encuentra disponible en formato digital para descarga y lectura on-line. Juan Ignacio Crespo entrevistó a su autor para conocer más de este nuevo libro de Editorial INTeatro.

-¿Qué efectos estéticos (entendido este término como percepción de lo sensible) buscabas en el momento en que decidiste transitar las líneas del mito y el ritual? Si el teatro como práctica pierde su capacidad ritual y de celebración, ¿se convierte en puro entretenimiento? ¿Es político el uso de los mitos y las tradiciones?
-“El hombre cóndor. Espíritu viviente del aire” surge a partir del cruce de diversas materialidades que nos remiten al Mito, la Historia y la Poesía: el Cóndor, figura central de la mitología andina; Avelino Bazán, sindicalista de Mina El Aguilar (Jujuy) desaparecido el 26 de octubre de 1978 y los poemas que suelo escribir bajo el seudónimo Nicanor H. Vallejo Mamani. A partir de estos fragmentos e imágenes disparadoras como la inmensidad de la Puna, el desierto, la montaña y su poesía, el mito del hombre cóndor, el trabajo en la mina de hombres y mujeres silenciosxs, la historia de Jujuy y sus desigualdades antes, durante y después de la última dictadura militar, el nombre de un héroe desconocido Avelino Bazán en las paredes de la ciudad, la escritura de su diario: El por qué de mi lucha, entre 1976 y 1978 durante su cautiverio en la cárcel de Villa Gorriti (Jujuy); constituyen el punto de partida para la construcción de la dramaturgia. Nuestra búsqueda como grupo de teatro del NOA fue la de una poética propia, que surge de lo geográfico, lo social- político, lo cultural, lo artístico, el habla, la dinámica de los cuerpos, su modo de relacionarse y de crear. El ritual aparece como parte del hacer cultural de Jujuy, donde se mezcla el universo andino y su cosmovisión con la religión católica, dando como resultado un sincretismo bastante complejo. El mito, la memoria y la poesía, son los caminos o ejes que investigamos para la construcción de esta obra; el proceso creativo nos llevó cuatro años de trabajo de investigación escénica. El teatro occidental sigue anclado en la mitología griega. Desde nuestras experiencias y territorio decidimos indagar en la cosmología andina, sus mitos, su memoria, su pensar y hacer poético, para reafirmarlas en nuestras prácticas escénicas. Porque en el ritual, la ceremonia es parte de nuestro modo de estar en el mundo. Nuestras reuniones y celebraciones familiares están vinculadas al ritual: la ceremonia de la Pachamama, las ofrendas al recordar a los difuntos en el día de las almas, la festividad del Carnaval, y otras formas de encuentro con los otros y su ambiente. Tratamos de trabajar desde un marco teórico o hacer una relectura para “torcer” las teorías hegemónicas y proponer nuestros conceptos. Hemos encontrado en las propuestas de Rodolfo Kusch, sobre la filosofía andina, una red de ideas que nos permite conceptualizar nuestras ideas y experiencias. Mientras en occidente la búsqueda es del ser, en el mundo andino es el estar siendo. Una manera distinta de ver, pensar y hacer el mundo: SER ESTANDO. Al mismo tiempo, creemos que el teatro no es tan solo ritual y celebración, sino que es diverso y contemporáneo. Bertolt Brecht decía “el teatro es diversión”. Y su teatro es necesariamente político. Claro, el mito es político, es una construcción social-cultural, que trasciende en el tiempo y el espacio. El mito no está solamente ligado al mundo antiguo, también hay mitos contemporáneos, que fueron apareciendo con los cambios sociales, políticos y culturales.

-En el texto todos los cuerpos sociales que son mencionados podrían agruparse en ese tipo de cuerpos abyectos y descartables para las lógicas de producción capitalistas (lustrabotas, minero, poeta, actor, etc.). ¿Construirlos en la dramaturgia es reivindicar la resistencia de las bases sociales por parte del teatro?
-Siempre trabajamos con la idea de personajes muy distintos unos de otros, creo que no podrían agruparse en el sentido de la lógica capitalista, es decir, en ese punto en el que se igualan, sino todo lo contrario, la dramaturgia nos permitió hacer valer sus diferencias y desarrollarlas, en sus modos de pensar y proceder. Por supuesto que tienen puntos en común, claves o pistas necesarias para construir un hilo narrativo que vincula su historia y sus memorias. Son personajes que resisten de una manera inesperada, incluso para ellos. Resisten desde lo cultural-histórico, más que de su condición social. En esta propuesta dramatúrgica, son personajes diferentes que habitan el cuerpo de un solo actor (ya que se trata de una obra unipersonal). Un cuerpo que no es blanco ni que responde a la representación del actor protagonista en el teatro nacional o en el teatro independiente. Hacemos visible un cuerpo marrón, como el de los cuerpos de los mineros, de los lustrabotas y de la mayoría de los jujeños, también es el cuerpo de los poetas y de los actores que han estado al margen de la escena cultural. Un cuerpo no hegemónico al igual que las historias que cuenta, y que devela capas de narrativas en las que se puede leer reminiscencias y huellas de Avelino Bazán, del imaginario sobre el Hombre Cóndor, de la búsqueda poética de un hombre en la Puna, Nicanor H. Vallejo Mamani y mi propia biografía. ¿Te parece que trabajar lo documental o lo biográfico pone en crisis el concepto de Ficción? ¿Son antitéticas las nociones de Teatro de Ficción-Narrativo Representativo y Teatro Documental? Creemos que en el teatro se pueden trabajar juntos estos conceptos, ya que siempre fueron parte del pensar y hacer teatral. Si bien se puede darle más luz a uno de ellos, no quiere decir que los otros no estén en la pieza. No buscamos definir, sino preguntar: ¿Cómo termina la obra? ¿Qué será de la vida de los personajes? Y es allí donde lxs espectadores toman vigencia activa. En El hombre cóndor podemos encontrar esa búsqueda, esas tensiones pero que no se clausuran en una forma de hacer teatro, podemos partir de lo autobiográfico y ficcionalizar el relato, pero también podemos hacer propia una narrativa de otros para poner en escena un fragmento de memoria colectiva en construcción y lleno de interrogantes más que de respuestas.
-Siendo este texto autorreferencial, ¿qué efectos te produce saber que parte de tu historia ya no quedará solo en la evanescente escena sino inscripta dramatúrgicamente por la publicación del presente volumen?
-Publicar una obra, creo, es el objetivo que persigue cualquier escritor/a que desee difundir la escritura y fomentar el placer por la lectura. Un libro impreso representa la cristalización de mi sueño de juventud. Mi primer libro Batic y todo era amor fue publicado por la editorial independiente La Rueda Mágica en 2009, tuvo una tirada de 100 ejemplares y fue elaborado de una manera artesanal con la ayuda de amigos y amigas de Tucumán. En él volqué mis poesías y primeros cuentos breves. Contó con ilustraciones de diferentes artistas visuales, el arte de tapa lo realizó Liliana Juárez y el prólogo Fabiola Vilte. Me es difícil pensar que sólo estoy contando una parte de mi historia. El texto habla de una memoria colectiva, desde los distintos puntos de vista que tiene cada personaje, sobre la historia que se cuenta. En el momento que se pone el cuerpo al personaje, la historia deja de ser literaria para convertirse en memoria tomando cuerpo, como sujeto de una sociedad y un país o región. Para la construcción dramatúrgica de la obra hemos incorporado la autoreferencialidad, pero al mismo tiempo la hemos insertado en un mundo otro. Utilizamos el concepto de “Verdad ficcionada”. Fabiola Vilte (directora de la obra) y yo tenemos antepasados provenientes de los pueblos originarios. Llevamos la memoria en la piel, en nuestro propio cuerpo, que es un reservorio de memorias vivas, de narrativas que poco han tenido representación en el “gran teatro argentino”. Hemos perdido y hemos olvidado mucho de quiénes somos porque nuestros abuelos migrantes han sido obligados a olvidar para poder insertarse en la sociedad del “progreso”. Nos proponemos hacer un camino de reafirmación de memoria e identidad en nuestro propio territorio. La memoria es una búsqueda constante que va hacia una reafirmación colectiva de nuestra cultura de los pueblos andinos, y es desde nuestra cosmovisión que nos posicionamos en el mundo: miramos el pasado hacia adelante y eso es lo que nos permite avanzar, reafirmar nuestra identidad para contar “nuestras” historias. Me parece importante también destacar el proceso de escritura. El hombre Cóndor es una obra que se fue escribiendo a medida que se fue ensayando. Con Fabiola ya teníamos el concepto de la obra, aunque aún no sabíamos si iba a ser un unipersonal. Cada une fue encontrando su lugar en los encuentros/ensayos, en el intercambio y en el diálogo. Yo seguí el impulso de la actuación porque eran mis textos. Bernardo y Fabiola se fueron encontrando en el lugar de la dirección colectiva. Durante la escritura, íbamos leyendo el material que se iba produciendo en los encuentros de trabajo, y luego de dialogar y profundizar algunos conceptos, se fueron aportando diversas ideas para la construcción del texto dramático. Podríamos decir que el texto es un texto intervenido en donde la figura clásica del dramaturgo no existe como tal. El texto, inicialmente mío, fue intervenido por mis compañeres, por el espacio y por el contexto también. El trabajo tuvo, durante los cuatro años que llevó el proceso creativo, encuentros donde se leían textos que aparecían a través de la investigación sobre el mito, la memoria y la poesía. Se debatían conceptos, aparecían otros para seguir indagando, leíamos poesías, veíamos videos, películas, fotos, libros de pinturas y el arte performático. Luego se fue ensayando a partir de la aparición y la decisión, de qué personajes actuarían en la obra. Cuando se tuvo claridad de quiénes serían los personajes, se comenzaron a construir las escenas, a partir de ellos y sus relaciones. Y después de estrenada la obra, el proceso sigue, no está pensada como una maquinaria, sino como la vida, en expansión y constante aprendizaje. Emergen nuevos textos, nuevas historias para ser contadas que parten del encuentro con el público y sus vivencias.
-¿Es necesario que el teatro sea un archivo vivo de culturas no-occidentales tradicionales (o sea, no europeas)?

-Por supuesto que es necesario encontrar material de referencia, llamémosle archivo vivo de culturas no-occidentales tradicionales, que den cuenta de nuestras historias, memorias, prácticas escénicas. Atendiendo a la diversidad de propuestas que se generan en nuestra región, totalmente descentralizada de las grandes capitales culturales hegemónicas. Una región rica en producciones teatrales que revaloriza y afirma nuestra manera de ser y estar en el mundo, que se reflejan en las producciones teatrales del NOA. Es también una manera de romper con el orden de las estructuras culturales patriarcales y racistas que solo conducen a desigualdades y ventajas o beneficios solo para las personas blancas heteronormadas. Un archivo vivo reduce la violencia cultural y permite abrazar a todas las formas y propuestas de hacer teatro.

“El hombre cóndor, espíritu viviente del aire” ya se encuentra disponible en formato digital para descarga y lectura on-line.

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