El encuentro estuvo dirigido a las y los trabajadores culturales de la gestión cultural pública en todos sus niveles: nacional, provincial, municipal y universitario. Durante toda la jornada se desplegó una agenda con mesas de debate, conferencias y actividades en clave participativa para consolidar procesos de reflexión, investigación y producción de conocimiento a través del intercambio colaborativo e interdisciplinario con participantes de todo el territorio nacional.
El Instituto Nacional del Teatro estuvo presente en la conferencia “Desafíos del futuro, leyes de fomento a la cultura y organismos descentralizados”, espacio compartido con autoridades de la CONABIP, el INAMU, el INCAA y diputadas y diputados nacionales.
Gustavo Uano, director ejecutivo del INT, expresó al comenzar su participación: “Quiero compartir la alegría de encontrarnos y de compartir con tantos compañeros y compañeras, trabajadoras y trabajadores de la cultura, con quienes forman parte de la resistencia cultural desde cada una de las provincias. Ustedes construyen calidad de vida con el trabajo que hacen y estar hoy juntos acá, pensando, debatiendo, reflexionando creo que tiene un gran nivel de importancia por el contexto en el que estamos. Y porque hay una mirada del Estado que decide tomar el financiamiento a la cultura como una inversión y no como un gasto. Quiero poner eso en valor porque hoy por hoy hay varios aspectos de la política pública que están en discusión. Creo que nosotros somos difusores de la cultura y tenemos el compromiso de sostener y defender los derechos que se han ido adquiriendo”.
En otro momento de su exposición, Uano aprovechó a recordar los orígenes de la ley que creó al INT: “Quiero hablar también de la importancia del fomento y de la ley 24.800 que creó al Instituto Nacional del Teatro, que es una ley de fomento que se pone en discusión muchas veces. Ha pasado en gestiones anteriores. Se ha intentado desvirtuar para qué fue creada esta ley que este año está celebrando su 25º aniversario. Hay que recordar que fueron generaciones de teatristas de todo el país que durante más de cincuenta años llevaron adelante la discusión, el debate y el trabajo para llegar hasta esta ley que se aprueba en un contexto muy desfavorable para la cultura. En el año 1997 es vetada por el presidente de entonces, Carlos Saúl Menem, pero los legisladores la vuelven a tratar por unanimidad y se aprueba por aclamación. Esto pasa porque ya había una masa crítica de una construcción, de un trabajo, de una militancia de base que sostenía y había dado todos los fundamentos de que era importante que se tratara. Que la ley era necesaria para la preservación del teatro argentino, su promoción y su defensa. En la actualidad esta ley cambió el mapa teatral real del país y nos permitió a quienes estábamos haciendo teatro en cualquier rincón de la Argentina no pensar en el desarraigo. En tener herramientas y financiamiento genuino para poder seguir trabajando en nuestras localidades y no tener que mudarnos a una gran capital para poder conseguir trabajo”.
Por último, en relación a la prórroga por cincuenta años de las asignaciones específicas a la cultura, indicó: “Esta ley se defiende con los espacios que hemos generado, con las multisectoriales que se han armado ahora con la defensa de las asignaciones específicas y que todas eran conscientes de la importancia de que esto saliera. Era importante que se generara también la discusión de porqué esto no es un derecho adquirido, sino una conquista que hace evolucionar a una sociedad, una política pública que ya está instituida y que muchas generaciones de artistas pensaron un modelo de país que incluya un modelo de estado inclusivo, presente, equitativo y con justicia social”.