“Tuvimos dos grandes desafíos entre varios otros: el primero fue crear una obra de teatro con títeres partiendo de un tema tan doloroso y tan traumático tanto para los ex combatientes, como para sus familiares y para el resto de la sociedad, por supuesto. El segundo fue crear un material poético que sea digno de ser compartido con nuestra comunidad, intentando que este hecho teatral permita abrir una posibilidad más de diálogo y reflexión sobre del tema”, resume David Gabriel Ávila.
El pueblo de Gorgolandia se encuentra bajo el dominio de un gigante que un mal día decide jugar a la guerra. Un pueblo que no conoce ni el frío ni la guerra se ve arrojado a semejante juego. Mientras en el poblado las madres lloran por sus hijos, una abuela alza la voz contra el gigante hasta hacerlo trepitar. “El proceso creativo comenzó con la apertura del concurso. Al no contar en nuestro repertorio con una obra para títeres que aborde el tema, decidimos crearla. Durante la búsqueda de archivos y videos nos fuimos comprometiendo emocionalmente cada día un poco más: apareció el dolor, la rabia, el deseo de decir algo sobre este hecho histórico. Así fuimos indagando acerca de qué significados le atribuimos nosotres a los conceptos de ‘soberanía y memoria’, y también qué grado de compromiso autobiográfico, emotivo y político teníamos con dichos conceptos en este contexto actual y a 40 años de la guerra”, recuerda el dramaturgo y titiritero.
El equipo de “El día que Gorgolandia fue a la guerra” está integrado también por les titiriteres Nancy Videla y Marcelo Vargas, quienes a su vez trabajaron en la realización de títeres y escenografía con René Vargas Ojeda, y el diseño lumínico de Limay Broukart. Una vez que el equipo fue transitando esos interrogantes que mencionan, fueron apareciendo las primeras imágenes, de las cuales tomaron nota para luego convocar al actor, dramaturgo, director y docente Martín Marcou a quien le pidieron que les acompañara y supervisara la etapa de escritura. Concluido el proceso dramatúrgico, invitaron a la artista visual Rocío Toppetti a que confeccionara los bocetos de la obra. “Luego de publicados los resultados del concurso, iniciamos el trabajo de imaginar y escribir apuntes de puesta en escena y, en simultáneo, nos abocamos a la tarea de realización de los títeres con su correspondiente dispositivo escenográfico. Con los primeros prototipos de personajes y escenarios, comenzamos la etapa de ensayos. Recorrimos todo el proceso sabiendo que no lograríamos una obra lista y terminada para este 2022, pero sosteniendo mucho el compromiso y el deseo de compartir lo logrado con algunas escuelas de Bariloche”, asegura David.
La obra se presentará próximamente en el salón de la Escuela N° 16 de Bariloche, una escuela pública histórica de la ciudad que cuenta con un amplio espacio que hace las veces de teatro. Se invitó a grupos reducidos del 3° Ciclo de Primaria, así como a 1° y 2° año de escuelas secundarias cercanas. “Consideramos que la memoria se construye colectivamente en una dinámica permanente. Nos gusta imaginarla como una narrativa con ciertas características de ser vivo. Un ser vivo al que hay que atender, alimentar y cuidar cada día de las hostilidades de una porción de la sociedad que busca atacarlo y marginarlo hasta verlo morir. Entendemos entonces que, como sociedad, no debemos olvidar los horrores de la última dictadura cívico militar, porque corremos el riesgo de repetir situaciones parecidas”, afirma David. “Quisimos poner en valor la palabra ‘soberanía’ en tanto derecho a decidir sobre lo que no queremos que hagan de nosotres como habitantes de este país”.