Voy a hablarles sobre mí, porque quizás a nadie le interese hacerlo, y en este camino me es un gran desafío teorizar mi práctica en lo denominado teatro documental, una posible liminalidad entre la ficción y lo real. No puedo empezar este texto sin plantear el privilegio que implica esta acción, la de pensar(se), porque pertenezco a una parte de la población en Argentina, en la que el pensamiento solo sirve en la medida que sea una herramienta para la subsistencia del día a día. Entonces reconozco mi práctica como un error del sistema, donde hay un cuerpo que logra inmiscuirse en una práctica artística burguesa, como lo es el teatro. Mi obra se ha caracterizado por la contradicción, y este texto no escapará a ello.

Vengo a hablarles de mi vida, que es lo que más creo conocer, estala misma ahora se exhibe como mercancía en las góndolas del mercado del arte contemporáneo, me he puesto al servicio del statu quo que se mantiene incólume, pero en todo lo impoluto hay una podredumbre, una hediondez, y esa es mi vida. En este reconocimiento afirmo que hemos sido colonizados por las narrativas de un teatro eurocéntrico-aristotélico, que se ha incrustado en nuestra geografía, han estructurado nuestras cosmogonías, nos han hecho inmóviles y sin oportunidad de cambio, como una pieza de museo.

Hay un teatro de living, el drama burgués o el drama de la clase media argentina, la familia disfuncional, que pareciera haberse expandido por todo el territorio nacional, y está claro que hay un responsable, y es el centro, pero esteéste tiene sus aliados, quienes se encargan de recorrer las diferentes geografías o periferias; ellos son las instituciones de arte que mediante el financiamiento económico logran establecer los modos de producción y reproducción escénica, es decir que son aliados modernos de la colonización, ¿cómo sobrevivir a ello?, ¿cómo plantear un otro modo de hacer teatro?, ¿cómo sobrevivir a los murmullos de la clase media, alta? Yo no hago teatro documental, hago teatro político, y en él se conjuga el pensamiento y el sentimiento, y el anhelo de una vida mejor. Hablo de la pobreza, de la violencia descomunal ejercida sobre nuestros cuerpos, violados una y otra vez por éeste sistema que todo lo devora.

Entonces, en el pasaje del orden de lo privado a lo público se produce el acto político, porque mi vida deja de ser mía, y se pone al servicio de un conjunto de personas. quienes nos camuflamos para entrar a los grandes monumentos construidos sobre la usurpación de tierras indígena, nos camuflamos en el pensamiento colonial de una Argentina que anhela con ser blanca; y habló también de un teatro eurocéntrico, hegemónico, aristotélico, que tanto mal nos ha hecho, pero que a la vez es el opio de nosotros, los mortales, tratando no morir de una sobredosis de pobreza.

Lo biográfico en mi práctica artística toma las luchas de esos pueblos que caminan la senda de la autoafirmación identitaria, el autoconocimiento, el posicionamiento político, porque quizás solo así se pueda plantear una escena cuyo fin no solo sea ser una obra de arte en sí misma, sino que pueda contribuir a generar los escenarios de discusión sobre una exclusión social, sobre una sociedad racista, homofóbica y aporofóbica. El término aporofobia es un neologismo acuñado por la filósofa Adela Cortina en 1995 para referirse al rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre. Esto nos permitirá, a los que ahondamos en el terrero de teatro documental o teatro político, no caer en el narcisismo artístico.

Comprender que hay una guerra desatada sobre ciertos cuerpos en Argentina, nos hace saber que somos el arma y el cuerpo que recibe la bala. Decidimos hablar sobre nosotros, porque estamos cansados de que hablen por nosotros, cansados de que el centro diga que es lo que pensamos, sentimos, y anhelamos, lo que contamos en escena no es sobre nuestras mascotas muertas que nos hacen llorar, sino sobre nuestros hermanos masacrados por los gobiernos de turno, esa es la diferencia o la performatividad en tanto y cuanto nuestro discurso biográfico creauna otra realidad.

En los orígenes de la literatura lo biográfico estaba asociado a la burguesía, entonces plantear una escena biográfica desde una periferia en una práctica burguesa, como lo es el teatro, es un acto político de resistencia o un acto de des-colonización.