14 • octubre • 2022

Elena Schnell: “Mis prácticas como actriz, docente y acompañante terapeuta a través del teatro me resultan catárticas”

Mendoza

Entrevista realizada por Soledad González, publicada originalmente en Revista Picadero 44.

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-Te conocí en Córdoba, en el grupo dirigido por Graciela Ferrari, en la época de los primeros festivales latinoamericanos de Teatro, como para situar tus primeras prácticas. Si partimos de la hipótesis que estamos viviendo una de esas revoluciones en la percepción que transforman el ADN comunitario y colectivo de la humanidad, la gran pregunta de esta entrevista es: ¿cuál es tu proyecto utópico y cuáles las intervenciones que lo construyen a lo largo de las dos décadas de este siglo XXI? ¿Cuáles son los puntos por iluminar hoy en tu biografía, tus trayectos y tus migraciones biopolíticas?
-Antes de responderte quiero reconocer a Graciela Ferrari como mi maestra teatral, hace mucho que no nos vemos y quisiera reencontrarme con ella, más temprano que tarde. Pienso en ella en estos momentos. Mis proyectos de estos últimos veinte años arrancan en un lugar que no era mío, en un espacio de vida donde transitaba como madre primeriza y donde el Teatro estaba guardado más allá de los ojos azules de mi hija Luna. Tenía que trabajar de lo que sabía y sobre todo de lo que quería. Después de viajar, de haber parido a mi hija en Córdoba, venía a radicarme en Mendoza. Mi hermano Sergio, maestro de chicxs “conflictivos”, me invitó a un campamento a acompañar a un grupo, “No vas a llegarles con el pensamiento, sino con el sentimiento”, me dijo. Fue una experiencia decisiva. Al llegar a Mendoza, tuve una entrevista en un hospital de salud mental. El Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba tenía sus talleres de teatro desde 1985, y me tocó inaugurar esta experiencia en Mendoza. No sabía si resultaría, pero quería hacerlo. También empecé a dar clases en la Escuela Italiana. Y, al mismo tiempo, ingresé a la Facultad de Artes de la UNCuyo. Para volver a actuar, fueron algunas actrices jóvenes quienes me tendieron la mano, y entre nosotras creamos Muaré Teatro, con la obra Trama de aguas y VenquetetienteTeatro con Querer a las hermanas. Luego llegó Mi humo al sol, grupo concertado donde Manuel García Migani incursiona en la dramaturgia y dirección. Más tarde, llegaron, también, experiencias en el cine con la película La educación del rey y algunas series. Pero te diría que lo que tienen en común mis prácticas como actriz, docente y acompañante terapeuta a través del teatro es que me resultan catárticas, entendiendo la catarsis como una fuerza purificadora.
¿Qué experiencias/prácticas escénicas quisieras repensar o recuperar?, ¿cómo se construyó el proyecto poético-político en esas prácticas? ¿Qué filiaciones construiste?
En noviembre de 2010 con VenquetetienteTeatro estrenamos Las Troyanas. Yo venía de pasar una tragedia en mi vida cotidiana y Hécuba me salía por los poros. La tragedia de Eurípides se resignificaba en mí en cada una de las funciones que representaba. Mis hermanas actrices y los personajes que representaban me ayudaban en esa catarsis. Como en el principio de las tragedias griegas, Esquilo en Las suplicantes y en los coros de mujeres en Agamenon, en Las coéforas o en Los siete contra Tebas, en la mayoría de las obras del primer tragediógrafo griego, las mujeres dominaban/dominamos la escena, sin dejar de cuestionarnos y también de ser cuestionadas. Así me sentía. El grupo nació en 2008 a partir de un Seminario de Producción y Registro, todas éramos actrices egresadas de la Licenciatura y el Profesorado de Arte Dramático de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNCuyo. Actualmente el grupo está conformado por Margarita Cubillos, Betsabé Quintero, Laura Angélica Rodríguez, la asistencia de Ana Pistone y yo. La dirección del grupo, al inicio, estuvo a cargo de Roberto Aguirre, de Buenos Aires. Representamos a Mendoza en La Fiesta Nacional del Teatro en La Plata, 2010, con la obra Querer a las hermanas y en Salta, 2014, con Petra. Hicimos giras por el país y por Chile, con funciones y talleres. La última producción del grupo es la obra Capítulo (2018), escrita y dirigida por Laura, actuada por Margarita y Betsabé, la producción de Ana, escenografía y técnica de Claudina Gomensoro y con mi asistencia de dirección. La obra es un drama realista con perspectiva de género. Para Laura, muestra la vivencia de una mujer que intenta vivir sin mandatos en una sociedad patriarcal: “No pasan grandes cosas, no hay peripecias estremecedoras; los hechos siguen su curso con una naturalidad tan extraña que se parece mucho a la realidad. Tampoco hay una exposición de golpes bajos o acciones violentas. Como en la tragedia griega, el hecho violento ocurre fuera de escena, y es sugerido por el texto, la acción de los personajes y la irrupción de momentos oníricos”. Con altibajos, compañeras actrices y escenógrafas que se fueron, con un vínculo hecho a través de nuestros espíritus y de los personajes que representamos, aún somos las hermanas, compañeras, amigas, sostenedoras, hacedoras de un teatro femenino desde hace más de diez años. Somos “Las hermanas”, apócope de la primera obra que lanzamos a girar, Querer a las hermanas. “Yo Quería verte”.

Son los primeros textos que dice Sonia, mi personaje en Mi humo al sol, obra con dramaturgia desde la escena, que creamos con Manuel García Migani y Marina Occhionero. Estrenamos en 2013 y aún seguimos girando, con Miranda Sauervein, en reemplazo de Marina. Es sobre el vínculo desesperado de una madre y una hija, ambas víctimas, antiheroínas. Con esta obra tuve que aprender a actuar lo cotidiano, el drama pequeño de los personajes. Aprender a decir un texto y al mismo tiempo accionar una emoción que no se relaciona con lo dicho. Aprender a actuar la mirada, el silencio, el cuerpo en desequilibrio constante, lo que aprendí y desaprendí con las técnicas del Teatro Antropológico, aquellas trabajadas rigurosamente en los talleres y puestas de Teatro AVEVALS, a finales de los ochenta, con Graciela Ferrari. En Mi humo al sol las dos mujeres están separadas de manera continua, en una secuencia física y espacial, por un metro y medio de distancia, continuamente, como prediciendo la peste. La obra giró por Argentina y por España, obtuvo reconocimientos, premios locales y muy buena recepción en ciudades como Madrid, pero en el lugar donde la tragedia moderna se hizo carne y verbo fue en la presentación que hicimos en la cárcel de mujeres de la ciudad de Mendoza. Allí, en un espacio totalmente despojado, gris, abandonado, cerrado, con vidrios rotos que dejaban ver el patio y algún árbol del desierto mendocino, un grupo de mujeres condenadas asistían a otro grupo de mujeres atravesadas por una hora de la ficción. La catarsis se hizo oír. En estos tiempos de pandemia, donde el teatro aún no se normaliza, esta pieza es una obra de distanciamiento vincular, social y teatral. El teatro que se anticipa a la realidad. Una realidad que, en tiempos de volver a hacer teatro, la labilidad cultural, social, teatral y económica vuelve a afectarme.

 

EL TEATRO DENTRO DE UN HOSPITAL LLAMADO DE SALUD MENTAL
-¿Cómo se ligan tus prácticas docentes, escénicas y comunitarias? ¿Cuáles fueron tus proyectos utópicos más significativos?
-CAMINAR es un ejercicio básico en la preparación de lxs actores. En los talleres de teatro del Hospital Escuela en Salud Mental Dr. Carlos Pereyra, caminar, ejercicio hecho desde la base, desde los pies, modifica la postura, el equilibrio, la dirección, la mirada, el encuentro con el otro, el espacio, el sentido mismo del taller de teatro. El emergente es el tema de las improvisaciones, si sé escucharlo. Algo que vengo aprendiendo desde hace veinticinco años. Cuando veo la transformación en las miradas, las actitudes, las posturas, en las emociones, entiendo que lo que estoy haciendo desde la praxis teatral en el Hospital Pereyra de Mendoza vale la pena, me conmuevo, me da miedo, siento terror, deseo que nunca me toque tener alguien amado con alguna forma de dolencia mental. ¿Y Ellxs? Algunos sí, algunxs desearán volver; otrxs olvidar. Algunxs reflexionan que salir poco más de una hora del encierro del pabellón es válido, divertirse es válido, para otrxs conocerse y conocer al otrx en el taller de teatro, poder comunicarse es válido. En el libro Un teatro necesario, que escribí hace más de diez años, observo que: “motivar a realizar ejercicios, tales como caminatas que varían el ritmo normal, cotidiano, tiene que ver con lo extracotidiano. Para estas personas, internadas o con tratamiento ambulatorio, realizar las actividades de los talleres artísticos los acerca a un conocimiento distinto de ellos mismos. Los acerca más a su imaginación, a enfrentar la realidad de otra forma, pues son espacios de juego”. El concepto de “extracotidiano” tiene que ver directamente con las técnicas propuestas por Eugenio Barba en su libro La canoa de papel. Entrar a un taller de teatro dentro de un Hospital de Salud Mental ya es, al menos, un espacio extracotidiano. Permanecer, entrar en el juego teatral, compartir con el otrx en los ejercicios grupales, pensar en acción, como me gusta llamar esta propuesta, ¿no será una forma de catarsis moderna? Cito a Gillo Dorfles: “La tragedia de nuestro tiempo es aquella que se vive en primera persona en todas las latitudes del mundo y que los mass media hacen inmediatamente suya para sacar de ella cada día, mejor dicho, cada hora, una nueva versión. Y así el campo de lo que queda a la tragedia simulada, a la fiction trágica, se va haciendo cada día más pequeño, y tiende a desaparecer, ante la perentoriedad de los dramas que constantemente nos vemos obligados a presenciar, incluso a representar”. Es en el microsistema teatral de un hospital de salud mental donde encuentro micro escenas trágicas. En cada uno de los encuentros del taller de teatro, personas internadas accionan situaciones de su vivencia trágica, personas que están fuera de la historia, del tiempo, del lugar, y, sin embargo, cuentan su historia en un espacio y tiempo único de taller. El temor, el dolor y el sufrimiento que sienten lo juegan en las escenas que proponen y después de hacer y mirar pueden pensar, reflexionar. Claro que el juego se da en aquellxs participantes que pueden distinguir entre realidad y ficción, en aquellxs que pueden reaccionar ante el juego teatral poniendo su gestualidad, su ritualidad y su drama. ¿Cuánto dura ese efecto transformador del juego teatral?, ¿harán catarsis? Solo observo que algo se ha modificado en ellxs cuando termina el taller, cuando se van y me saludan mirándome.

LA MARATÓN TEATRAL COMO ESPACIO DE CIUDADANÍA Y DE FORMACIÓN DE ESPECTADORES (2004/2016)
Los adolescentes son parte de mi trabajo en el teatro. Durante trece años consecutivos coordiné la Maratón Teatral, crear y crecer jugando, una especie de encuentro de teatro de escuelas secundarias, pero con un número de participantes limitados, por el espacio, el tiempo y la modalidad: son los mismos adolescentes actores y observadores de sus propuestas, una especie de micro sistema de formación de espectadores. Ellxs hacen teatro, se reúnen una vez por año y cuentan sus sensaciones, vivencias y pensamientos, haciendo de la acción y la observación una comunión. Allí, grupos de adolescentes, estudiantes de escuelas secundarias de Mendoza y el Gran Mendoza, acompañados por profesores de Teatro, comparten una jornada, un sábado de octubre, armando y desarmando las escenas que han creado durante los meses previos. Luego debaten entre ellxs sobre lo que han visto y sobre lo que han hecho. En octubre de 2016 se realizó la última maratón en las instalaciones de la Escuela Italiana, yo me fui por un tiempo largo. Y un grupo de estudiantes del Colegio Universitario Central tomó la posta, la organizó y la llevó a cabo con su propio pensamiento, acción y emoción. A lo largo de todos esos años pasaron por ese evento alrededor de mil quinientos adolescentes, a razón de más de cien por año, participantes activos del hecho teatral. Un aporte a la formación de espectadores, aunque en Mendoza la gente no concurre asiduamente al teatro, excepto raras excepciones.

-¿Qué voces dialogan aún con tus prácticas?
-Potrei scrivere in italiano, ma no, non sono capace, o si, chi sa. La lengua italiana es la lengua de origen de mi madre y si bien no es mi “lengua madre”, hace muchísimos años que convivo con esta. Viví un par de años en Italia y el último período que estuve allí me acerqué a los textos antiguos, los griegos, así leí Medea en italiano, entonces sentí la proximidad. Siento que es la lengua que más cerca me lleva a los textos originales, la siento llena de tanta humanidad, belleza y ancestros, como si pudiera sentir los fantasmas del Teatro Antico. Es en la Asociación Dante Alighieri donde trabajo como profesora de Teatro y coordino il laboratorio di teatro della Dante, donde continúo por amor a la palabra, al texto, a la lengua del Dante, pues de alguna manera de allí vengo, de allí venimos, una gran parte de la humanidad. Será por eso, per amore, a pesar de los reclamos salariales que hace años hago a la asociación.

-¿Cuáles son tus divergencias en relación con los espacios biopolíticos cercanos?
-Mi intención fue que el teatro sirviera a la salud, y si bien continúo trabajando en una institución de Salud Mental, antes hospital psiquiátrico, desde hace más de veinte años no he logrado posicionar el Arte, el Teatro, como forma de terapia, entiendo por terapia el modo de aliviar a una persona para que lleve mejor su pena, en mi caso acompañándola a través de algunas formas del teatro. Y aunque si bien la actividad continúa desde el año 1995, nunca se ha logrado, hasta ahora, contar con un espacio asegurado para estas prácticas, ni estar dentro del organigrama de la institución. Los trabajadores del Arte, de Teatro, en Salud Mental, no somos reconocidos, no existe la posibilidad de hacer carrera con este trabajo en estos espacios, pues no existe la letra escrita que nos reconozca y proteja, y por ahora tampoco existe la voluntad de que así sea. ¿Des-ilusión? Sin embargo, la pandemia trajo más actividades desde los talleres de teatro, tanto que, en las cuarentenas prolongadas, en el único lugar donde sucedían “hechos teatrales”, mínimos, esenciales, era dentro de un hospital de salud mental.
La imagen filmada, el cine, pasión aprendida desde pequeña por influencia de mi padre, es otra de mis incursiones desde la actuación, en un lugar que está muy lejos del centro de la industria cinematográfica y audiovisual, un poco más de mil kilómetros. Pero eso es otra práctica, aunque hace a las posibilidades de profesionalización que encontramos quienes apostamos a la actuación. ¿Cuáles son las preguntas urgentes que te atraviesan hoy?
¿Y qué hago ahora aquí? No creo en el teatro por streaming o por cualquier red o pantalla, tendré que acostumbrarme. Por ahora está en elaboración una película que se relaciona con VenquetetienteTeatro, una especie de biopic atravesada por textos de El jardín de los cerezos de Chéjov. El Teatro todavía está en cuarentena y una vez más se ve afectado por una peste. Ojalá el Teatro fuera un virus a inocular en la sociedad en la que vivimos, una forma de salvación.

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