Además de acercarnos a la poética de estas autoras, la publicación de la editorial del Instituto Nacional del Teatro reproduce un intercambio epistolar, convertido aquí en un género literario más, que retrata la incertidumbre de las jóvenes dramaturgas en los primeros momentos de la cuarentena en el 2020 y de cómo el arte fue para muchos una tabla de salvación.
-Entendemos la creación generalmente como un proceso individual. ¿Cómo llevaron adelante la escritura y luego el trabajo de puesta en escena en conjunto? ¿Cómo se establecen acuerdos y límites bilaterales sobre un mismo objeto poético?
-Camila Fabbri: Pienso que fuimos descubriéndolo en el andar. Tampoco teníamos en claro si íbamos a poder. Veníamos de dar talleres juntas y en esa dinámica habíamos funcionado muy bien. Los procesos son siempre distintos. No fue lo mismo nuestro vaivén en ‘En lo alto para siempre’ que en ‘Recital Olímpico’. Aprendemos juntas.
-Eugenia Pérez Tomas: El proceso de la primera obra fue muy distinto al de la segunda. Tal vez la experiencia juntas nos hizo pensar cosas novedosas en relación a los modos de hacer que cada una traía. Y los contextos: es imposible correrse de la situación pandemia que nos acorraló en ‘Recital olímpico’. El saldo de estas obras con Camila y todes les artistas geniales que se nos sumaron, me deja el tesoro de preferir no saber, preferir escuchar.
-En el epílogo de ‘Salto de Fe’ aparece impreso un intercambio epistolar en los primeros e inciertos momentos de la cuarentena. ¿Qué pudieron sentir luego de pasada esa experiencia al volver a leer esos intercambios?
-Camila Fabbri: Fue muy lindo saber que nos teníamos, en principio eso. Que más allá de que no podíamos seguir trabajando, la escritura creativa igual nos aparecía en formato mails o whatsapp, como que pese a las restricciones, igual seguíamos inventando cosas.
-Eugenia Pérez Tomas: Ese intercambio es un registro de un momento muy particular y que a nosotras nos agarró, además, en una suerte de estado parecido a quedar en el aire, a punto de estrenar. Mandarnos mails como una forma de no soltar lo que estábamos a punto de hacer. Un ritual que nos acercaba, daba intimidad y alegría en medio de tanta pena. Tiene más que nada un valor afectivo, que se acopla al archivo de ese tiempo y obra.
-Además del oficio de dramaturgas, ambas tienen un recorrido en el campo de la literatura, fundamentalmente en la novela y también en el género de la poesía. ¿Cómo piensan la “lectura” de un texto que fue producido para ser representado?
-Camila Fabbri: Para nosotras no hay distinciones necesariamente entre los textos que escribimos. No es que algo es narrativa o teatro, creo que podemos escribir lo que queremos y después ir encontrándole el formato que mejor le cuadre.
-Eugenia Pérez Tomas: Creo que un texto que es pensado para el teatro también es pensado para la lectura y tiene su acontecimiento. Perderíamos mucho si evadimos ese compromiso. Son instancias autónomas, la escena es una instancia que potencia a la palabra, no suple nada.
“Salto de fe” de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas se encuentra disponible en formato digital para lectura on line y descarga directa desde la web de la editorial del INT.