“El soldado no muere en el campo de batalla, muere cuando su pueblo lo olvida”. Bajo esa premisa, Yan Pilán escribió, dirigió y protagonizó este unipersonal centrado en Juan Manuel Torres, un joven santiagueño conscripto en el conflicto armado del Atlántico Sur en el año 1982. Una historia contada desde hoy, 40 años tratando de sobrevivir a una agonía que no termina. “Partimos de una hipótesis: los conscriptos sobrevivientes a Malvinas no son héroes, el pueblo no los trata como tales, sólo desfilan una vez al año en último lugar, se los aplaude y se les permite charlas en las escuelas. Luego se olvida. Nuestro primer paso fue recolectar información y, en un segundo momento, conectarnos con excombatientes de las tres fuerzas, contarles nuestro proyecto y tener muchas charlas personales con ellos. Fue un camino de aprendizaje que duró un año. Después, toda esta información se llevó a la mesa de trabajo: discusiones, puesta en común con el objetivo de qué queríamos mostrar, fue la etapa más difícil”, recuerda Yan, quien en escena cuenta con la asistencia técnica de Alejandra Pilán.
Para Yan no es casual que un 24 de marzo de 1976 y un 2 de abril de 1982 estén tan cerca, tan juntos como historia: “Un pueblo sin memoria es condenado a un suicidio colectivo, no nos puede volver a suceder algo así, debemos aprender de nuestros errores para que nazca una esperanza. Recordar estas fechas teatralmente nos ayuda a crecer. La sola presencia de un excombatiente en la función implica mucha responsabilidad: teatralizar tanto el dolor como la impotencia y los fracasos de un derrotado y vencido que no eligió, que fue obligado a tomar armas y participar de una guerra, implica mucho compromiso y profesionalismo teatral. La obra tiene un solo objetivo, es un camino de reconstrucción de memoria, verdad y justicia”.
Respecto al premio en el concurso nacional Malvinas Memoria, dice: “Este logro nos motiva mucho, nos genera un aire nuevo, lo que se siembra se cosecha. El apoyo, reconocimiento y ayuda económica nos facilita poder llegar a lugares del interior de Santiago del Estero que es muy grande. Todos merecen ser partícipes de actividades que reconstruyen. Malvinas es de todos: sus vivos y sus muertos. Malvinas somos todos. Ya tuvimos varias funciones en nuestro Teatro La Casa y en varias salas de nuestra provincia. Ahora nos toca llevar este trabajo a las escuelas, a lugares que no cuentan con salas teatrales pero sí con espacios donde hacer teatro es posible. Todos tenemos derecho a que el teatro sea una realidad a construir por todos. Tal vez nos ayude a salvarnos de un mundo más desigual e injusto”.