El volumen, que integra la colección El país teatral y cuenta con traducciones al inglés, alemán e italiano, incluye las piezas “Wachay” de María Cecilia Salman (Santiago del Estero), “Carne materna” de Carola Di Nardo Montalvo (La Pampa), “Aurora trabaja” de Mariana de la Mata (CABA), “La realidad” de Sol Titiunik (Buenos Aires), “El deseo de Emilse Veracruz” de Jorgelina Vera (Buenos Aires) y “Las nenas también son mariposas” de Marie Álvarez (CABA). El primer tomo, publicado meses atrás, incluye las obras “Rota” de Natalia Villamil (CABA), “El refugio” de Paula Echalecu (Buenos Aires), “Gira trunca” de Sandra Ester Franzen (Santa Fe), “San Petersburgo” de Patricia Zangaro (CABA), “Útero Bicorne” de Brenda Eliana Sorbera (Córdoba) y “Yo, tu hija” de Miriam Rizzuti (Río Negro).
-¿Cuáles fueron tus fuentes para la construcción de toda la cosmogonía y alegorización de la obra Wachay?
-Mis fuentes siempre nacen desde el entorno donde fui criada. En Wachay se escuchan voces de leyendas clásicas del NOA, las que yo escuché, me contaron en la escuela, sonaban en canciones o con las que nos asustaban en reuniones familiares. La verdad es que yo nunca profundicé mucho sobre estudios de mitos y leyendas. ¡Me gustó jugar o quedarme en ese imaginario o aquellas creencias de infancia y en las particularidades de esas historias que hoy me resuenan! Hacen un ruido bárbaro. Todas tienen en común castigar comportamientos de mujeres.
-¿Por qué decidiste trabajar las didascalias del texto como fragmentos o restos de un poema?
-Ah, qué bien suena esa pregunta. No suelo usar didascalias, soy anti didascalia (risas). Pero en Wachay me faltaba un sistema para sonorizar la obra o una invitación concreta para entrar en ese monte que yo quería contar y aparecieron esos restos de poemas.
-¿Cuáles te parecen que pueden ser las particularidades de una dramaturgia producida por mujeres?
-Todo lo que aparece en las dramaturgias escritas por nosotras son particularidades propias de nuestro universo singular, al territorio que nos pertenece y viene siendo boicoteado. Así de redundante cómo lo dije. Es urgente que los hombres escriban sobre ellos para pensarse. No escribir sobre mi cuerpo. En mi caso, me gusta pensar no sólo a las mujeres como tema, no teorizo sobre feminismo, hay compañeras que lo hacen impecable y se los agradezco. Lo que creo que hago es practicar una dramaturgia que escucha a las mujeres y diversidades de acá, de la esquina de mi casa, las de mi barrio, las de mi provincia: Santiago del Estero.
Ambos tomos de TEATRO/22 están disponibles para lectura on-line y descarga directa desde la web de Editorial INTeatro.