Intertextualizando la obra con otro clásico de Federico García Lorca, “Doña Rosita, la soltera”, esta adaptación del texto lorquiano presenta a La Novia, una mujer entrada en años, solterona, que se permitirá, quebrando todas las leyes del mandato social, finalmente casarse. Así, La Novia apuesta a una nueva esperanza casándose con El Novio, un hombre también solterón atado a su Madre, quien sólo masculla rencor contra quienes mataron a su marido y a su otro hijo: Los Félix. Pero La Novia no puede olvidar al amor de su juventud, Leonardo Félix. Ambos vieron truncada su relación amorosa por orden del padre de la entonces joven mujer. Ahora, Leonardo, un cincuentón sin los bríos necesarios para conseguir un nuevo trabajo, está casado con la prima de La Novia y vive precariamente, bajo la sombra del alcohol. Leonardo se desespera al enterarse de la inminente boda y el antiguo amor vuelve para caer como una escarcha inestable sobre La Novia y Leonardo. Ya no los persigue la pasión inconclusa sino el amor. La última carta echada al juego tramposo. La última bocanada de aire en el océano del reloj. Pero estos amantes no están solos en sus destinos cruzados. Dos personajes de ribetes surrealistas y humanos a la vez serán los que hilarán el destino fatal del trío amoroso: La Luna y La Muerte. Ambos, omnipresentes, diseñarán el devenir de los hechos con alcohólico embrujo.
“El proceso creativo tuvo y tiene dos distintivos como mecanismos de puesta en escena. Uno de ellos fue mantener el discurso lorquiano con sus referencias de época y entorno español a la vez que la acción sucede en los ’30 pero en una ciudad distante a lo hispano (suburbios del sur norteamericano, atmósfera tennesseeana). El otro, la investigación sobre el registro actoral, siendo fundamental en la propuesta. El ‘decir lorquiano’, más cercano a lo trágico y poético, se vio interpelado al buscar un modo más coloquial cuando la palabra es poesía. De este modo se optó por un abordaje del trabajo del actor más cercano al realismo psicológico, a las acciones físicas y a la profundización en los vínculos humanos a la hora de abordar las escenas. El desafío de la urbanización del decir lírico sin diluir la potencia escénica de la poesía de García Lorca fue nuestra motivación estética”, explica el director y adaptador Edgardo Dib en relación a esta versión de “Bodas de Sangre” que fue estrenada el 6 de marzo de 2020. “Estreno y única función. La pandemia. Finalmente pudo volver a escena en 2022 con intensa recepción del público y el reconocimiento de sus valores artísticos por parte de la crítica especializada”, recuerda Edgardo.
El elenco está integrado por Luchi Gaido, Sergio Abbate, Rubén Von Der Thüsen, Raúl Kreig y Daniela Romano. El equipo artístico lo completan Osvaldo Pettinari en realización de vestuario, Lucas Ruscitti y Federico Toobe en realización y plástica de elementos escenográficos, Leonardo Gregoret y Martín Bayo en fotografía, José Casco en diseño gráfico, Daniel Acosta en asistencia de dirección, y Edgardo Dib que -además de hacer la versión libre del texto y dirigirlo- estuvo a cargo del diseño de vestuario, escenografía, iluminación y diseño y realización de la banda sonora.
“En la fiesta provincial estuvimos contentos de reencontrarnos con colegas queridos, teniendo siempre en claro que vamos a trabajar: poner en escena nuestro producto artístico y compartirlo con el público, colegas y jurados. Respecto a la FNT, primero queremos disfrutar. Si bien como teatristas vamos a trabajar, uno siempre quiere llevarse una alegría como recuerdo. Por otro lado, que en el espíritu de la Fiesta Nacional del Teatro no se olvide que no sólo vamos a mostrar nuestro trabajo y compartirlo, sino que es el encuentro de todos los espectáculos ganadores del hacer teatral de cada provincia. Que, en fin, somos los protagonistas de este querido encuentro”, resume Edgardo.
“Bodas de Sangre” tiene prevista su tercera temporada en el mes de julio en la sala Latreinta sesentayocho de la ciudad de Santa Fe.